El evento, organizado por el programa PACE USM, reunió más de 40 estudiantes de todas las sedes y campus de la Universidad en una jornada que permitió conversar con los profesionales del Centro Científico Tecnológico de Valparaíso y compartir el proceso de desarrollo de un ventilador mecánico.
“A través de estos conversatorios queremos mostrar acciones concretas en que la ciencia y la tecnología logran resolver problemas complejos y reales de la sociedad, a través de testimonios de profesionales ya insertos en el mundo laboral, para que de esta manera estudiantes de la Universidad puedan acercarse a la experiencia del trabajo y a los desafíos con los que se enfrentan”, indicó Iván Díaz, encargado psicoeducativo del programa y organizador de esta actividad.
En este marco, seis ingenieros del Centro Científico Tecnológico de Valparaíso, perteneciente a la USM, compartieron su experiencia en este encuentro virtual sobre la fabricación de uno de los pocos ventiladores mecánicos de alta complejidad en el país.
Un trabajo desde cero
“Con la llegada del Covid-19 a Chile el 3 de marzo de 2020, como equipo nos preguntamos cómo podíamos contribuir a la superación de esta emergencia”, sostuvo para comenzar el ingeniero del CCTVal René Ríos, en representación del grupo compuesto también por Eduardo Valdivia, Jairo González, Javier Arriagada, Felipe Enero y Bruno Benkel.
Ante la inquietud de poner a disposición sus conocimientos, el equipo comentó que, en primer lugar, estudiaron los planos disponibles de un ventilador manual AMBU, desarrollado por el MIT. Sin embargo, tras un análisis detallado y la asesoría de expertos UCI de la Clínica Las Condes, se trazó el objetivo de trabajar en el diseño y fabricación de un dispositivo de ventilación de alta complejidad. Luego de meses de trabajo, se logró concretar el primer prototipo funcional del Ventilador Mecánico Invasivo (VMI) del CCTVal.
“Lo esencial fue el trabajo multidisciplinario en equipo: la primera parte la dedicamos a desarrollar el hardware, para luego implementar los ciclos de respiración. Otros compañeros desarrollaron el ciclo de control de ventilación y la cantidad de aire necesaria para proporcionar al paciente”, comentaron.
Un respiro para Chile
Mientras el equipo trabajaba, surgió el programa público-privado Un respiro para Chile, que apoyó la fabricación nacional de ventiladores mecánicos. De 35 propuestas que postularon, sólo cinco superaron las pruebas y fueron seleccionadas: entre ellas, la del CCTVal.
“Nuestro equipo contaba con las capacidades profesionales, el conocimiento, la infraestructura y el equipamiento necesarios, además del apoyo de las autoridades del Centro y la Universidad, pero sobre todo, un sentimiento de aportar al país con lo que sabemos hacer”, sostuvo René Ríos.
El ingeniero, sin embargo, indicó que la postulación no estuvo exenta de dificultades: las primeras evaluaciones no fueron del todo satisfactorias, por lo que el grupo decidió acudir a instituciones como el Hospital Naval Almirante Nef, que cuenta con el equipo de ingeniería biomédica más grande del país, una entidad que con el tiempo se ha transformado en un colaborador fundamental para lograr mejoras significativas del proyecto. Esto permitió, entre otras cosas, un notorio avance en el desarrollo del ventilador, lo que fue reconocido en posteriores pruebas: al término del proceso, el prototipo del CCTVal se ubicó entre los mejores evaluados, con un 98% de aprobación.
Aprendizajes
Tras compartir su experiencia, los asistentes al evento pudieron conversar y presentar dudas, las que principalmente se centraron en la importancia del trabajo colaborativo, el rol de la formación en la USM y el valor de crear propuestas para atender algo tan importante como es la salud de las personas.
Uno de los estudiantes que tomó la palabra fue Emilio Valenzuela, alumno de segundo año de la carrera de Ingeniería Civil Eléctrica de Casa Central, quien valoró la iniciativa y la oportunidad de conversar con el equipo del CCTVal, aprovechando su intervención para destacar la relevancia del proyecto y consultar por la experiencia particular del grupo de trabajo.
En sus respuestas, los ingenieros enfatizaron en las enseñanzas que el proceso significó: para Eduardo Valdivia, la experiencia resultó “extenuante, pero enriquecedora”, pues aún con las dificultades que implicaba el avance de la pandemia, el prototipo fue fabricado y evaluado con éxito, y el trabajo en conjunto “impulsó a hacer tareas y dirigir los esfuerzos a cosas que algunos nunca habíamos visto”.
Jairo González, por su parte, destacó la satisfacción que genera “tomar un problema real y crear una solución”, transformando el conocimiento que se recibe en la etapa universitaria en algo concreto que sea de utilidad para la sociedad.
Finalmente, el equipo hizo un llamado a los estudiantes de aprovechar las oportunidades que se presentan, incluso si se dan en el proceso formativo, como el Concurso de Memorias Aplicadas del CCTVal, que representa una posibilidad para proyectar ideas y trabajos que pueden dar soluciones concretas a la industria y la sociedad.
“El consejo es para atreverse a conocer y trabajar en equipo, confiar en sus conocimientos y motivarse a realizar proyectos. Un llamado a formar redes, a colaborar, a entender que no se trabaja solo y que en conjunto se pueden hacer cosas grandes. El proceso de elaborar un proyecto también es un proceso de formación de personas”, finalizó Ríos.